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El derecho a equivocarse en los negocios

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Todos sabemos que equivocarse en España “está penado”… por lo menos, socialmente. Nadie quiere admitir que cometió un error o que fracasó. ¿Habéis visto algún tuit dónde alguien diga “sí, este negocio ha sido una ruina”? Yo no.. ni los veré, creo. Aquí parece que lo que interesa es tener una historia de éxito que contar y ser el superman que va a salvar tu negocio.

Yo quiero reivindicar el derecho a equivocarse. El derecho a cometer un error, definir mal la estrategia o a tomar malas decisiones. Se aprende mucho más de un error que de algo bien hecho… o, mejor dicho, los errores te obligan a mejorar, mientras el éxito te acaba poniendo en una posición cómoda que, muchas veces, hace que rebajes tu nivel de atención.

Los negocios son administrados por personas y, por lo tanto, lo mismo que es aplicable en la vida debería serlo en el mundo profesional. Si admitimos que de los errores en nuestro día a día uno mejora, se hace mejor persona, entonces deberíamos concluir que con los negocios pasa exactamente lo mismo.

Lo más importante para definir si alguien es un “buen profesional”, si existe un modo, claro, debería ser por:

  • su capacidad para tomar decisiones (no arrugarse ante las dificultades) y
  • su capacidad de liderar (no hace falta tener que liderar a 500 personas, eh?).

Yo creo que lo peor es quedarse bloqueado, parar, no saber hacia dónde ir. Tomar una decisión, aunque fuera equivocada, ya es mucho mejor que no atreverse a tomarla.

Cuando uno se dedica a definir estrategias, sean simples o complejas, es difícil establecer, a priori, cual es la correcta. Uno toma la decisión en función de lo que ha podido recopilar de información y de la experiencia propia. Pero tiene que tomar una decisión y eso, siempre, siempre, entraña un riesgo. La decisión la tomas analizando la situación y llegando a un diagnóstico concreto. Ahí sí que es malo equivocarse. Si recogiste mal los datos, o no eran los que necesitabas o incluso con buenos datos has hecho un mal diagnóstico, entonces sí que te has equivocado. Pero si después cambio el escenario o la consecuencia no fue la esperado por N motivos, no es culpa tuya.

Decir que tal o cual decisión fue un error una vez pasó, es lo más fácil del mundo. Eso lo hace cualquiera. Así que cometer errores no debería ser nada extraño en el mundo actual, donde todo va tan rápido que hay que tomar decisiones en milésimas de segundo sobre cualquier tema.

El error, en cualquier ámbito de la vida, es una “buena” experiencia siempre y cuando:

  • Aprendas de lo que hiciste mal.
  • No te limites solo al error cometido en sentido genérico. Analiza como se comportó (quizás impactaste en un público que no tocaba), a qué afectó, etc…
  • ¡No te hundas! Cometer un error no significa que seas malo. No te culpabilices.
  • Pases página lo más rápidamente posible. No tiene sentido darle muchas vueltas ni lamentarse. El tiempo corre y todo el “entorno” del error ya ni se acuerda de tu problema ni de ti.
  • Y, por supuesto, no lo repitas, claro. En las mismas circunstancias, me refiero.

Una vez contada esta “oda al error” dejadme terminar con dos cosas que suelo repetir bastante y que, quizás, puedan ayudar a minimizar los errores (que no a hacerlos desaparecer):

  • Todos tenemos una habilidad innata, somos muy buenos en algo. Pero muy probablemente en una sola cosa. Concéntrate en esa. No pretendas manejar cosas que no dominas.
  • Y, como consecuencia de la anterior, rodéate de socios que te complementen y sean buenos en las otras cosas que necesitas para el éxito de tu idea.

Y una CODA: dedícate a lo que te gusta, a lo que te apasiona, a lo que conoces bien. A aquello en lo que eres “el mejor”. Lo otro, sí o sí, te llevará, de algún modo, ¡¡¡a la ruina!!!

Si os interesa aprender sobre análisis de situaciones os invito a leer mi post sobre la importancia de analizar, el post sobre qué analizar en un proyecto web y el vídeo sobre cómo analizar la competencia.

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Comentarios (16)

Jordi Torregrosa

Me ha gustado mucho, te felicito. 😉

Yo añadiria, si me lo permites, otros 3 puntos, que a lo mejor complementan lo escrito por ti

– honestidad, decir la verdad y ser transparente es la más valorado de una persona
– no frustarse por los errores o perdidas de una guerra, la batalla continua
– Buenas dosis de sentido común que muchas veces ayuda, aunque los números digan lo contrario.

Queria dejar mi granito a esta buena reflexión con tu permiso.

Saludos

Gracias Jordi!!! Sí!!! lo complementan y mejoran!! Mil gracias por la aportación!! 😉

Pues vaya que sí David. Increíble el post. Felicidades.

Y ojalá que este derecho a equivocarse, como tu bien dices y argumentas, estuviera interiorizado por todos y a todos los niveles. Cuando eres tu el dueño y responsable de las consecuencias que tus decisiones van a acarrear, convencerte acerca de este derecho a la equivocación se transforma en algo que va sólo con uno mismo. Además, y muy importante, cuando aceptas que se comete el error, sencillamente estás acertando en saber una forma más de cómo no debes hacer esto o aquello. Error vs acierto, todo depende de cómo lo enfoques.

Pero ¿qué pasa cuando estás trabajando para alguien, y tus decisiones afectarán al resto de departamentos o resto de compañeros? No sólo uno mismo tiene que estar convencido del riesgo que comporta la toma de una decisión (párrafo anterior y tu maravilloso post), si no que este convencimiento debe estar también interiorizado por los demás componentes. Mi pregunta es: ¿lo está?

Me permito ramificar el tronco de tu exposición (a lo mejor sería otro post y otro debate) porque de ahí que, cuando se trabaja en equipo, o todos los componentes y desde un buen comienzo, tienen como principio este reconocimiento al derecho de equivocarse, o uno se acaba por rodear de prudencia y de la postura que incita a “mejor estarnos quietos y evitemos meter la pata”. El temor a no sentirse arropados frente una equivocación cuando de una organización se trata (y más en ocasiones cuando las represalias pueden ser considerables que no justificadas) predispone al personal a optar por una serie de actitudes pasivas que tanto a corto, medio como a largo plazo, a lo único que conducen es a no mejorar y a no avanzar. Síntesis a ello, que la concienciación de “el derecho a equivocarse” sea colectivo, please.

Y puesto que tu reflexión me parece en conclusión una fuerte dosis de positivismo (me permito incluir en ello las comparticiones y comentarios venideros) animo a tus lectores y seguidores (donde me incluyo) no tan sólo a aplicarlo de forma personal, que no es poco, sino a compartirlo también cuando trabajen en equipo.

Gracias David.

Paula Colantonio

Me encantó tu post David. Me tienen repodrida las historias de winers que se las saben todas o casi todas. Ojalá cunda el ejemplo y el ciberespacio empresarial se humanice. Me parece tanto más interesante y útil éste otro modo. Besos.

Paula Colantonio

perdón winners…

Ups Lídia!!! Poco puedo añadir… lo has dicho todo!!! El tema está en que un poco de presión está bien, para no relajarse, basicamente, pero la presión desmedida a «tener que hacerlo bien» solo conduce al miedo. Y el miedo a la parálisis!!

jajaja… Paula, me encantó lo de «repodrida» ¡Muy argentino!

Gracias a las dos!!! Guapassss

Cada vez que cometo un error descubro una verdad que no conocía. Y lo tengo muy claro, voy a cometer muchos más durante toda mi vida, pero eso significa que no estoy de brazos cruzados esperando a los «aciertos» de otros.
Y como me estoy recuperando de un error que cometí, te agradezco esta reflexión. ¡¡ Saludis !! ッ

Ahí, muy bien Marijo… esa es la actitud!!! 😉

Gracias David, tus posts siempre me hacen reflexionar, pero este de una manera muy especial.

Saludos,

No sabes como me alegra oir eso, Carmen!!!! Gracias a tí por leerme!!

Olivier Dubuquoy

Excelente post David! Tan cierto y tan sencillo a la vez. Como forastero -que quiere a España-, siempre me ha sorprendido enormemente que este derecho a equivocarse y la relacionada capacidad a pedir perdón (reconocimiento del error + cortesía) sean aptitudes muy difíciles de encontrar en la sociedad ibérica, que sea la sociedad civil, la sociedad empresarial y no hablemos del mundo político que no creo haber oído jamás uno de ellos (a nivel estatal, autonómico, ciudad) pedir la mínima disculpa. En otros países (notablemente anglosajones), por supuesto que las tendencias humanas de base existen. La primera reacción pudiendo ser : no es mi culpa, no he sido yo, es el otro. Pero se llega a oír de manera mucho más frecuente : «I have messed it up» (lo he hecho mal) «I am sorry», «my apologies», «I beg your pardon». Y de reconocer esos errores y equivocaciones, uno no se convierte en más débil sino que se hace mucho más fuerte. «I’ll do it again and much better» (lo intentaré de nuevo y lo haré mucho mejor).
Debe haber algo en el sistema educativo español o en la cultura colectiva ibérica que hace que esta actitud sea aparentemente extremamente difícil de adoptar. Sigo pensando que una cultura puede evolucionar y mejorar.
Artículos como el que acabas de escribir permiten esas mejoras. Bravo de nuevo!

Gracias Olivier! Definitivamente es algo cultural, que empieza en el sistema educativo pero que está super arraigado en la cultura popular hispana. Por eso no somos un país, todavía, puntero en emprendimiento y en cosas que obliguen a procesos de largo plazo. A ver si mejoramos!!! Confío en ello!!

«dedícate a lo que te gusta, a lo que te apasiona, a lo que conoces bien. A aquello en lo que eres “el mejor”. Lo otro, sí o sí, te llevará, de algún modo, ¡¡¡a la ruina!!!»
Es el final del post de David. Resume, con el positivismo que le caracteriza «el derecho a equivocarse».
Hay muchos coach de ejecutivos que utilizan técnicas o disciplinas de algún deporte para estimular, formar y generar espíritu de equipo. En esto del error o el acierto yo os aconsejaría que si no practicáis el golf, tengáis algún amigo que lo haga o al pitch and put y os lleve un día a hacer un recorrido y tirar unas bolas. Si jugáis, sabreis de que estoy hablando. En el golf juegas contra ti mismo, contra el campo, nadie influye en el resultado final de una partida. Los errores los cometes tu solito, no puedes culpar a nadie de haberlos cometido y no importa que te conozcas el campo porque cada vez que salgas a jugar te encontrarás con situaciones y dificultades distintas. No hay dos golpes iguales porque las circunstancias del entorno cambian.(Terreno, altura de la hierba, viento, humor personal…). Cuando acabas, con humildad puedes repasar si te conoces bien, donde te has equivocado y os aseguro que no habrá ningún compañero que te martirice con sus críticas, más bien lo contrario, compartira contigo aquellas cosas que le habrán parecido que has hecho mal para que puedas corregirlas y sobre todo agradeceran que hayas sido valiente a la hora de dar tu golpe para no hacer esperar demasiado a los que vienen detrás. Tomar decisiones es un derecho, no tomrlas es morir en vida.

Joan Carles, gracias por tu comentario. Me quedo con esto «Tomar decisiones es un derecho, no tomrlas es morir en vida» … me encanta!!!

[…] y dar mi opinión al respecto. En este caso me gustaría hablar de un artículo titulado El derecho a equivocarse de David […]

[…] recuerda, si al final no consigues lo que querías, que te puede pasar y le pasa a muchos, pues tampoco es un drama. Cierra, vete unos días a tomar el sol o a perderte por ahí. Oxigénate. Y cuando vuelvas […]

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