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¿En qué piensa la industria editorial?

El otro día los amigos de Todoebook lanzaron la siguiente pregunta en un foro de la red profesional del sector editorial ediciona.com:

“Apple anuncia que deja de proteger su música con un DRM para pasar a confiar plenamente en el buen uso del comprador. (…). Sin DRM es más fácil “tecnológicamente” consumir contenido. (…). No sirve de mucho proteger un fichero si puedes enchufar tu iPod a una grabadora y tu oído no distingue el original de la copia. ¿Pasará lo mismo en el libro y las cámaras digitales? ¿Se parece más un ebook a un programa informático que una canción?”

La respuesta que recibió esa pregunta por parte de un forero fue la siguiente:

“¿Os referís a la posibilidad de fotografiar con una cámara digital las páginas de un libro? Podría ser una nueva forma de piratería, parecida a la grabación de películas dentro del cine, pero mucho más complicada y laboriosa, por lo que parece difícil que funcione. (… )”

Ciertamente fotografiar un libro página por página es una tarea laboriosa, pero no es menos cierto que hoy eso ya ocurre. Por lo tanto sí hay alguien que está dispuesto a hacerlo y alguien a comprar el producto que genera ese trabajo. La industria editorial debería aprender de lo que le pasó a la musical, al cine y ahora a la prensa y tomar la iniciativa sobre cómo se comercializan sus productos para que no le ocurra como a aquellas que ven ahora como los que dominan su negocio son empresas de fuera de su sector.

Lo cierto es que los hábitos están cambiando rápidamente. La sociedad cambia. Ya no sirven los modelos de empaquetar los productos y comercializarlos como los hemos conocido hasta hoy. Las nuevas generaciones crecen con hábitos muy distintos a los de generaciones anteriores. Nuestros hijos ya aprenden a manejar un PC antes que a leer y con la cultura de “bajarse” archivos de la web totalmente asumida. Ante este nuevo escenario sólo cabe innovar o morir. Y la innovación pasa por entender la nueva realidad, por entender las nuevas tecnologías y por volcarse enteramente a redefinir la estrategia de negocio.

Así que la industria editorial puede adoptar diferentes actitudes frente a esta nueva realidad. Veamos las 2 más simples:

  1. Seguir pensando que el romanticismo del olor de las páginas y de la liturgia de la compra de libros los salvaguarda.
  2. Adelantarse y empezar a pensar en digital, en que hay algo más para vender que un libro y , en aceptar que en la nueva sociedad quien manda es el consumidor , en entender que su canal de distribución está cambiando o simplemente muriendo. Tratar de hacer algo más que vender el libro en una librería. Se trata de acomodar la venta de libros a los nuevos hábitos pero aprovechando todo lo que permite la web 2.0.

La industria editorial debería actuar rápidamente para evitar perder el control sobre el negocio. Y para muestra un ejemplo: mientras la industria discográfica luchaba/lucha ferozmente contra la piratería otros desarrollaron modelos de negocio alternativos “colándose” en una cadena de valor tan preciada. Me refiero a Apple y su propuesta iTunes/iPod con unas ventas de 2.400 millones de canciones (!) “sólo” en 2009.

Ya sabéis lo que se dice “cuando las barbas de tu vecino veas cortar….”. ¿No debería la industria pensar en esa cita?

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