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Sobre el P2P

Hace unos días la asamblea francesa rechazó el proyecto de ley Hadopi que pretendía acabar con las descargas y cuyo objetivo era luchar contra la piratería y preservar los derechos de autor y la cultura ¿francesa?. La Alta Autoridad Para la Difusión de Obras y la Protección de Derechos sería el árbitro que, a los tres avisos, te podía dejar sin conexión a Internet hasta por un año.
A lo que iba a pasar en Francia, si se hubiera aprobado la ley, es a lo que se agarraba la nueva ministra de cultura y todos los que están en contra de las descargas. Y aprovechando que es de sobra conocida la animadversión de la Ministra por el P2P quería hacer unas reflexiones al respecto.

Por supuesto no apoyo la piratería, ni el robo, ni que alguien pueda lucrarse con el trabajo ajeno. Por supuesto que no. Yo apoyo el crecimiento personal y, especialmente, el intelectual de las personas. Me gustaría que todo el mundo tuviera acceso a cualquier forma de cultura, que se aprovechara todo el potencial de Internet en pos de un mundo más culto. Y, sobre todo, trato de amoldarme a lo que el mercado demanda. Quizás si en lugar de poner policías buscáramos soluciones imaginativas y pusiéramos en positivo los argumentos, tendríamos más éxito.

Después de la noticia de Francia, que curiosamente se “cargó” el partido socialista, y todo lo que se armó con la llegada de Angeles Gonzalez-Sinde al ministerio estaba yo haciendo una regresión a mi adolescencia. Trataba de acordarme cuantas cintas de cassette me había grabado. Cuantas veces le di a un DJ una cinta para que me «descargara» en ella 3 horas de su sesión. A cuantos vecinos, amigos del cole, del barrio, etc. les había pedido prestado un LP por unos días para incorporarlo a mi discoteca. Y no recuerdo haberme sentido observado, ni perseguido, ni nadie me trató como un delincuente.

Pero también recuerdo que después de bajarme esas canciones me compraba la camiseta del grupo en cuestión, las chapas y, por supuesto, su siguiente álbum (y al final acababa comprándome el que me había grabado).
Ahora ese intercambio de cultura se produce igual pero en lugar de con tu primer círculo de amistades es con un tipo que vive en Chicago, en Moscú o vete a saber dónde.

Ahí está la cuestión. El intercambio de ficheros a través de redes P2P no es más que compartir cultura. Si hace 25 años un amigo mío lograba influir en 20 de nosotros sobre lo buenos que eran esos tipos que hacían Punk-Rock en una barrio de Londres, imaginaros ahora que pueda hacerlo con millones de personas. Y lo mismo vale para un libro o una película. Así es como se debería ver: más promoción por un lado y más sacarle “jugo” por el otro (por ejemplo a través de Merchandising y conciertos entre otros conceptos). Y no tratando de poner trabas, barreras y vallas… innovar, innovar e innovar es la solución. Un pequeño, aunque sea antiguo, ejemplo. Según una aproximación realizada en Junio de 2006 por la Asociación de Música por Internet hay un millón de músicos dispuestos a distribuir su música gratis por Internet. Eso significa que hay que evolucionar y ponerse al día continuamente. Lo que ayer servía, hoy ya no. Sobrevivirán los que innoven.

Está claro que el que no puede (o no quiere) pagar ni un euro por la cultura no lo hará nunca, valga lo que valga. Así que sería más interesante tratar de dirigir los esfuerzos a los que sí podrían ser consumidores de otras cosas y, si suena flauta, tal vez de rebote consigamos que los primeros sí compren una figurita de Axl Rose.

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