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Renunciar para ganar

Hace unas semanas leía un muy buen post en Zumo de Empleo sobre la necesidad de tener claro tu objetivo, personal y profesional. Todos estamos de acuerdo. Es vital, en la vida y en el trabajo. Pero ¿que pasa si no se consigue el objetivo? ¿Marcarse un objetivo y diseñar una estrategia para conseguirlo me hará conseguirlo? ¿Cualquier objetivo está al alcance todos? Pues no y de eso quiero escribir hoy: del “fracaso”, de cuando no se consigue lo que uno buscaba.

Antes de decidir adonde vas es vital conocernos muy bien internamente para saber si contamos con los recursos y las habilidades suficientes para alcanzar ese objetivo. No basta con querer llegar a tal sitio. Querer no siempre es poder, ¡por más que lo digan!

Así que voy a lanzar algunas ideas que normalmente no se comentan.

Tener en cuenta que el objetivo, algunas veces, es cambiante, se mueve. El entorno y las circunstancias, personales, de mercado, de competencia, etc., cambian a lo largo del tiempo. No es tan simple como que la estrategia funcione. Todo se mueve, así que hay que irse adaptando a lo que va ocurriendo. Hay que escuchar y observar lo que va pasando, porque si te mantienes agarrado a tu estrategia inicial y las cosas cambian, el objetivo ya no está donde tu lo habías puesto al principio. Está en otro sitio y tu estrategia ya no funcionará.

Tiene que ser alcanzable. No puedes tratar de conseguir algo que está fuera de tu universo. No puedes pretender algo que no encaja contigo (a veces no lo sabes cuando te lo marcas). Tiene que ser algo que este totalmente alineado contigo ¡Esto es importantísimo! ¡Métetelo en la cabeza! Nunca persigas algo de lo que no “sacarás” un rendimiento igual al esfuerzo que le vas a dedicar.

Es posible que ese objetivo no sea para ti. Ya no sé trata de que no tuvieras recursos o habilidades sino que eso no encajaba contigo, con tu empresa, con tu posicionamiento. Quizás hasta te hubiera ido peor, quien sabe. A veces se alcanza una posición que resultaba ser la equivocada y te hace más mal que bien.

Insistir. Hay gente que dice que las cosas se consiguen por ser persistente e insistir una y otra vez (el ejemplo de la bombilla es el que más se repite). Pero eso no aplica a todo. Si le preguntas a un Business Angel te dirá aquello de “equivócate pronto”, así que hay para todos los gustos y colores. Estoy de acuerdo en que hay que insistir, pero un poco y hasta un límite. Eso es lo importante, saber donde está el límite. Hay que ponerse un dead-line: “llegaré hasta aquí. Si para entonces no pasó nada, lo dejo”. Porque el problema de insistir y no conseguir es que te quema. Y si te quemas te complicas la recuperación. Y eso SÍ que no te lo puedes permitir. Antes de que te quedes exhausto, sin recursos y con cara de bobo, abandona. Una renuncia a tiempo es media victoria.

Piensa menos y actúa más. ¿Conocéis el clásico “paralysis by analysis”? Pues eso. Dedicamos horas y horas a pensar. Le damos vueltas y vueltas. Lo racionalizamos hasta el absurdo. Y no actuamos. Eso es lo que hace que las cosas cambien y que tu objetivo se vaya a otra parte. No, hay que actuar en algún momento y dejar de pensar porque esa es la manera de ver hacia donde se mueve tu objetivo y poder ir adaptándote al nuevo entorno. Normalmente hay dos cosas que funcionan muy bien: el sentido común y la intuición. Esta bien ponerle razón pero si te pasas, pierdes. Hay gente que racionaliza tanto las cosas que al final parece que todo es como un automatismo… pero los negocios y las empresas están formados por personas. ¡Deja ya de darle vueltas y déjate llevar! ¡Actúa! Si no actúas, dejas que otros tomen la posición.

Tampoco es necesario esperar a tener cubiertas todas aquellas acciones que pensaste que debías hacer para conseguir el objetivo. Probablemente en tu lista de 10 cosas que necesitas hacer o tener para alcanzar el objetivo, cuando alcances la 6º ya puedes hacer algo. ¡Hazlo!

Las prioridades, lo importante y lo urgente. ¿Tienes claro cada uno de los conceptos? Tu objetivo puede ser importante pero no urgente. En el objetivo urgente hay que trabajar rápido, hay que ser más eficaz que eficiente. Menos líos y más acción. En el importante hay que ir granito a granito. Con todo lo que dije antes pero sin dejarlo de lado. ¿Oíste? El día tiene 24 horas, hay que dedicarle tiempo a todo en la medida que lo merece. Pero cuando te metes en el urgente 100%, el importante se va al garete. Porque no sé si te habrás dado cuenta pero cada día hay un objetivo urgente… esa es la realidad. Y si cada día apagas un fuego al final del día serás “sólo” un buen bombero. Nada más. Y si no atacas lo importante es que no lo era tanto. O que estás hecho un lío y no tienes ni idea de que es lo importante y lo prioritario.

La pasión y los cuidados. Esto tiene que ver con lo anterior. Si no estás por tu objetivo importante, no lo cuidas. Si no lo cuidas, una vez más, se va difuminando. Por eso hay que dedicarle un tiempo cada día… el que puedas,  pero dedicarle tiempo. Eso mantendrá siempre vivas las opciones. Lo mismo con la pasión. Tiene que apasionarte de verdad. Y ahora ya entenderás como todo se vuelve más fácil: razón y pasión se dan de leches. ¿Ves? Hay un momento para razonar y otro para meterle pasión. Así de fácil. Las cosas, si no las cuidas, se rompen. Y si no las usas, también.

Así que si no consigues un objetivo tampoco es el fin del mundo. Aunque suene a “consuelo de tontos” haber aprendido algo ya es razón suficiente para no sentirse un fracasado. Quedan heridas, sí, pero si aprendiste algo pues son más llevaderas. Recoge lo que queda de ti, levántate y sigue peleando. Eso es lo importante, levantarse.

Cuando una puerta se cierra, se abre otra (que no es más grande, no, es distinta). Hay que replantearse donde estamos parados, reformular lo que teníamos antes y buscar un nuevo objetivo acorde con lo que realmente nos interesa y lo que encaja con nosotros.

Y termino con una frase de Sir Winston Churchill que me pasó hace unos días mi amiga Manuela Mondelo: “El éxito es la capacidad de ir pasando de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”.

¡Qué tengáis una feliz semana!

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Comentarios (8)

Interesantes reflexiones David. Cuanta razón llevas. A veces nos lanzamos sin tener un objetivo definido. Puede ocurrir que llegues a alcanzar una meta, que no te habías marcado (no te habías marcado ninguna) y sea tu propia trampa.

Y me refiero en gran medida al Branding personal, la marca persona. Muchos se lanzan / nos lanzamos, a compartir un tema profesional sin tener bien calculados nuestros objetivos ¿que pretendemos? ¿estoy realmente preparado?.

Pienso que a veces, una vez decides lanzarte al mundo 2.0, es más fácil definir los objetivos de una empresa que los objetivos personales.

Gracias.

Pues sí, suele ocurrir que somos más capaces de gestionar nuestra vida profesional que la personal…. y eso es un poco raro porque, al final, la profesional la gestiona la misma persona que la personal. O sea, tu mismo! 😉

Gracias por pasarte y dejar un comentario!

Extraordinària reflexió. Saps què deia Arthur Miller?
Soy nada más que errores y fracasos, pero he tratado de hacer un buen par de zapatos. Hay algo de valor en ello.
En línea, no? Fins aviat, i gràcies.

Molt bona Lidia! Gràcies pel cumpliment!!

Eduard Margets

M’ha encantat aquesta reflexió. La comparteixo. Salutacions

Molt bons apunts, David! Gràcies per compartir-los.

[…] y es lo más importante, te ayudarán a irte adaptando a los cambios. Ya comenté que las circunstancias cambian, los planes no se cumplen exactamente y, por lo tanto, no pasa nada si cambias tus objetivos o consigues lo mismo pero de una forma […]

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